La generación del '80 la recuerda como una chica pop de voz gritona que nos divertía con "Gerls-yas-wana-jafan". Por aquellas épocas no le di mucha bola, me parecía cursi y se me representaba como una Madonna más fea y con menos glamour. Aunque la bailaba alegremente en las fiestas, pensando que tal vez me gustaba más que Madonna, había censurado tal idea para participar de la política generacional del culto a las cruces, los encajes y el lunar sobre la boca.
No hace tanto tiempo conocí a una Cindy oscura, con una estética y una dramaticidad más cercanas a Marlene Dietrich que a Britney Spears. Y me maravilló tanto la otra Cindy de voz melancólica y visceral, que decidí reemplazarla y crearle una nueva genealogía.
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