domingo, 6 de noviembre de 2011

El sentido de las agujas del reloj

Crecí en Buenos Aires, una megaciudad anarcotemporal, donde los negocios ni siquiera respetan los horarios de apertura que ellos mismos han decidido. Habituados a salir en busca de provisiones sin ningún prefijo horario, los habitantes de las grandes ciudades encuentran siempre de un local abierto (supermercados, estaciones de servicio, farmacias 24 hs., verdulerías de paso, drugstores, "kioskitos"...) donde pueden conseguir lo que desean: desde insumos para cocinar (nacionales e importados de todas las marcas) hasta ropa interior erótica de urgencia.
Lo mismo ocurre con los medios de transporte: uno tiene siempre a disposición trenes que pasan cada 5 minutos, millones de autobus, taxis y otros medios de transporte ad hoc peculiares del lugar, como las "combis" o los "remises".
Entonces en la ciudad uno se despreocupa de esas cosas. Llega un momento en que no atiende a los horarios, simplemente se olvida de ellos y los consulta para puntualizar los minutos de espera...
Pero, por esas cosas de la vida -digamos, el amor- tuve que tranferirme a un pequeño pueblito de la Vieja Europa, un reino perdido entre una historia Austro-Hungárica y la prepotencia eclesiástica del Concilio: Trento.
Transcurrida media vida en una gran ciudad, la experiencia se vuelve entre traumática y religiosa...pero esa es otra historia. En esta ocasión quiero hablar de ésto, del tiempo: de repente, como en un sueño (o una pesadilla) me vi llegando a los negocios cerrados en horarios y días impensables para una gran ciudad: lunes a la mañana, miércoles a la tarde, domingos a la mañana...las 7 de la tarde es el fin del mundo en estos lugar del Norte de Europa! Lo mismo ocurre con los medios de transporte: hay un autobus, un tren y nada más. Y pasan cada dos horas, con suerte...
Entre asombrada, deprimida, confundida, extrañada, traté de advertir alguna lógica en los horarios absurdos en que la vida,  los ritos, las costumbres, las necesidades de esa gente transcurrían, pero no lo logré. Eso me generó obviamente una suerte de desesperación y ganas viscerales de huir a un lugar "vivo".
Sin embargo, la calma apacible del andar de la gente, sus modales felices, su mesura cordial, su estética pulida y perfectamente integrada con un paisaje de ensueño principesco y la arquitectura exquisitamente atemporal, me hacían desconfiar de mis necesidades inquietantes de escaparme a vivir la gran Madrid o hacerme un salto mortal a las voluptuosas calles de Shangai...
Una mañana, por curiosidad o resignación, decidí hacer el experimento de levantarme en el primer alba, en busca de leche fresca y pan recién horneado. Y tuve una revelación. Me dí cuenta de todo lo que éso significaba: preparación, planificación, espera...cuidado. Y descubrí que después de todo eso, las cosas tenían otro sabor (maravilloso, verdadero), porque eran hijas de una paciencia artesanal, de una cultura hecha de ritos y de espera.
Había entendido, por primera vez en mi vida, al borde de una morosidad en extinción y de un mundo antiguo, el sentido de las agujas del reloj. 

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Questo racconto, fatto di vita quotidiana e di nuovi modi per misurare il mondo, quello "al di fuori" e quello "al di dentro" mi lascia fiducioso. Sembra che tu abbia già iniziato a trovare altri parametri, altri mondi. Benvenuta nel vecchio continente, ma forse, o meglio detto in maniera piu corretta, benvenuta a casa.

belona glamour dijo...

gracias!!! commento d'un europeo? jajajaj

Viviana dijo...

¿Algo así como que la velocidad del tiempo es proporcional al sentido que le ponemos a la vida?... me quedo pensando y me quedo sentiendo; me quedo sin que me importe qué hora es; me encantó Belona!

belona glamour dijo...

gracias Vivi, hermosa!! Belona te adora y esta orgullosa de tenerte como lectora :)

graciela dijo...

sera que te puedo dejar un mensaje sobre esto...? belona no se escribir como vos, pero he ido a parar a un pueblo sin reloj, sin tiempo, sin kioskos , sin autos y por esas cosas de la vida tambien por el amor... me quedo pensando y nada ...

cucumelos dijo...

A pesar de sus sabores autenticos y de sus largos ritos repetidos con premeditacion y alevosia...creo que tu revelacion fue mas alla del aqui y el ahora. Intentar comprender la logica de la cultura de quien amamos tiene que ver con poder compartir esa mirada trentina y sentirse parte.
Ahora me pregunto...es menos verdadero el sabor de un "choripan" hecho de improviso en cualquier esquina de cualquier lugar?
Disfruto leyendo Belona no importa a que hora!!!

belona glamour dijo...

Greis, gracias por el cometario, dulcísima compañera!! viste, el amor nos deja sin tiempo...

Cucumelos, querido: los mejores choripanes que comí en mi vida no estaban hechos de improviso...eso es algo que cualquier asador argentino conoce bien: el valor de la morosidad. Tampoco creo (yo, que siempre fui una inmediatista!) que las revelaciones sean un efecto del momento, del aquí y ahora; estoy convencida de que tienen un antecedente, una búsqueda previa. Y seguramente el amor antecede casi todos los hallazgos.Gracias por seguir a Belona, que se siente honrada de tenerlo como lector, y plenamente feliz de encontrarlo.