lunes, 14 de enero de 2013

Sonrisa


                                                     "You better let somebody loviu,
                                                                       before it´s too late"
                                                                               (Johnny Cash)


Habiendo conocido otras noches como esta, ella se levantó de la cama como si nada. Nunca la había conmovido que un hombre durmiera en su cama, ni que le hiciera el amor horriblemente. Todos pagamos un precio por un poco de compañía. Al fin y al cabo no se estaba peor ni mejor en otras manos, en otros lugares, con otra gente, en otras circunstancias. El tipo de ayer y el de mañana son el mismo, aunque cambien de a ratos las excusas, las caras, los olores, y aunque la noche atrape sus más profundas diferencias en el momento del éxtasis. A nadie le importa el otro después de la fugacidad del coito, ella lo sabía, y no esperaba nada de nadie. Sin embargo seguía obsequiando esas noches de amor, no por filantropía ni por lascivia, sino por soledad. Y ni se percataba ella de lo sola que se ponía cuando se resignaba a su soledad…
Pero no importa. El día comenzó, como empieza todos los días, y como empiezan las obras y los actos hasta su irremediable final. Ella se levantó de la cama como si nada.
Abrió las alacenas, se preparó el desayuno mientras el tipo dormía y desayunó sola, mirando con fascinación cómo los rayos del sol iluminaban el pasto hasta volverlo extraño, maravilloso, poblado de duendes. Después leyó un poco el diario, para enterarse de los asuntos políticos y del clima. Nada nuevo.
Por ahí, mientras se enteraba del alerta meteorológico, el tipo se despertó y la saludó con un beso en la boca, lo que le pareció aberrante y violento, porque la mañana era un momento de ella que no solía compartir con nadie. El se debe hacer dado cuenta porque le pidió disculpas. Con naturalidad se preparó un café y se sentó al lado de ella a leer en silencio la sección de deportes. Por un momento el tipo levantó la mirada y se detuvo en el mismo rincón que ella había estado observando: “qué sol! Pareciera que se desparrama sobre el pasto!”
Ella se estremeció, no por la coincidencia, sino porque se sintió violada en su intimidad…pero igual, mágicamente, sonrió.

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